Canal Sur – 11/07/2012
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Los trabajos arqueológicos iniciados el pasado 2 de julio en la finca de El Marrufo, en Jerez de la Frontera (Cádiz), han descubierto los primeros cuerpos de víctimas de la represión franquista durante la Guerra Civil en la que está considerada como una de las mayores fosas comunes del país.
Según ha informado en un comunicado el colectivo de familiares de represaliados de El Marrufo, ya se han localizado nueve cuerpos de fusilados y numerosas evidencias balísticas y de otros materiales asociados a los esqueletos.
Siete de estos cuerpos están sepultados en una fosa común y los dos restantes en una segunda fosa, ambas contiguas y situadas en el lugar en el que en agosto de 2011 se efectuaron unas catas preliminares siguiendo las orientaciones de testigos de la época.
Durante el proceso de exhumación arqueológica han aparecido además diferentes evidencias relacionadas con las víctimas enterradas en ambas fosas, como munición, tanto de armas largas como de armas cortas, botones, restos de cremalleras, tejidos, una pipa de fumar o suelas de zapatos.
La exhumación de los cuerpos se complementa con un estudio antropológico de los restos óseos desenterrados por parte del antropólogo forense Juan Manuel Guijo, y con la toma de muestras de ADN, para cotejarlas con las de los descendientes, con el fin de intentar aclarar la identidad de los fusilados.
El colectivo de familiares ha anunciado que van a presentar ante la autoridad judicial una denuncia por la aparición de estos cuerpos con signos de violencia y prevé que, una vez que sean desenterrados los esqueletos y se realicen los estudios científicos correspondientes, se proceda al entierro digno de estas víctimas en el antiguo cementerio de La Sauceda.
El cortijo de El Marrufo, situado en el término municipal de Jerez de la Frontera, en los límites con Ubrique, Jimena de la Frontera y Cortes de la Frontera, fue ocupado a comienzos de noviembre de 1936 por cuatro columnas sublevadas en una acción combinada.
Previamente, se había convertido en el último lugar de resistencia republicana en la zona, como refugio de cientos de familias residentes y de otras muchas procedentes de distintos pueblos de los alrededores que huían del avance de las tropas rebeldes.
Tras ser tomado, el Marrufo se convirtió en un acuertelamiento al mando del jefe de la Guardia Civil de Ubrique, José Robles, que hizo de esta finca un centro de detención y fusilamientos.
La combinación de testimonios orales de descendientes de las víctimas y de investigaciones de archivos indican que en este lugar pudieron ser fusiladas entre 300 y 600 personas entre principios de noviembre de 1936 y finales de febrero de 1937.
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