Eufemia Domínguez Jiménez era una niña de nueve años cuando los aviones del Ejército franquista sobrevolaron la sierra para bombardear La Sauceda.
Ella vivía con su padre, su madre embarazada, y otras dos hermanas en La Jueza, un paraje cercano al poblado malagueño donde se habían refugiados muchos gaditanos leales a la República.
Su padre, Francisco Domínguez Ramos, carbonero y pequeño ganadero, montó a su mujer, María Jiménez González, y a sus hijas en un caballo y fue a refugiarse a la montaña. Al cabo de unos días las acercó a Jimena y el se unió a un grupo de hombres que resistía en la sierra. Nunca más se supo de él. Los franquistas lo andaban buscando y acabaron dando con él. Posiblemente lo mataron en La Sauceda o El Marrufo. Como también mataron a su madre.
Eufemia recuerda con mucho cariño a su padre. Dice que era un hombre bueno y muy querido por sus vecinos. Muchas veces le prometía a sus hijas que dejarían el campo para irse a vivir al pueblo, donde podrían estudiar. No pudo cumplir su promesa pero legó a su hija el recuerdo de su honradez y su ternura.
Eufemia no ha parado nunca de cultivar ese tesoro y ahora tiene la esperanza de que los restos de su padre aparezcan en las excavaciones del Marrufo. Darles digna sepultura será su forma de agradecérselo.
Ago 17 2012