Ana Pomares cuenta sus recuerdos de superviviente de la carretera Málaga-Almería a estudiantes de Algeciras

Ana Pomares habla a las alumnas y alumnos de segundo de bachillerato del instituto El Getares, de Algeciras.

Ana Pomares Ruiz, vecina de Algeciras nacida en Málaga en 1927, narró esta mañana, ante alumnas y alumnos de segundo de bachillerato del instituto El Getares, de Algeciras, sus recuerdos de superviviente de los bombardeos con que el Ejército franquista masacró a decenas de miles de personas indefensas que en febrero de 1937 huían por la carretera de Málaga a Almería. Sentada frente a los que podrían ser sus bisnietos, Ana Pomares empezó hablando de su vida tranquila y ordenada en la Málaga anterior a la guerra, explicó el oficio de su padre, Juan Pomares, fogonero en los barcos de la Trasmediterránea primero y luego patrón de un barco de pesca, y evocó el cariño y la complicidad de su madre, María Ruiz, y sus hermanos Frasquito, María y Remedios.
Ana, que este año ha cumplido 94 años y se mantiene ágil y lúcida, recordó ante las alumnas y alumnos algecireños que cumplió nueve años el 7 de febrero de 1937, justo un día antes de que las tropas fascistas, italianas y franquistas entraran en la Málaga que se había mantenido fiel al gobierno democráticamente elegido por la población. Y fue contando, en el silencio respetuoso y atento del alumnado, sus recuerdos nítidos de niña: el río de hombres, mujeres, niños y ancianos que huían a pie, en burro, o en coches y camiones por la carretera que va pegada a la costa hacia Almería; los disparos de los aviones que los sobrevolaban y abrían fuego sobre la multitud, o los bombazos que los barcos disparaban de día, o de noche, alumbrados por la luz de los grandes reflectores con que barrían el litoral. Ana Pomares contó que no se le han olvidado los cadáveres, los heridos, los llantos de los niños huérfanos o los gritos de desesperación de las madres con los hijos muertos.
Esta vecina algecireña tuvo palabras de solidaridad para los refugiados que huyen hoy de la guerra de Ucrania y dijo que en todas las guerras quienes menos sufren son quienes las organizan. Todo lo contrario que el pueblo inocente, que siempre se lleva la peor parte. “Menos mal que a estas personas ucranianas hay gente que los atienden más o menos bien. A nosotros, cuando íbamos por la carretera no nos ayudaba nadie y encima nos bombardeaban desde los barcos y los aviones”, añadió.
Juan León Moriche, portavoz del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar, explicó que la experiencia de Ana Pomares está recogida en el libro La guerra en mis ojos. Los cuatro exilios de Ana, del que son autores Fran Martín y Sonia Cervantes. León Moriche mostró un ejemplar del libro a las chicas y chicos del instituto El Getares y agregó que en él está el porqué del título: Tras llegar a Almería, donde seguían los bombardeos de la aviación fascista sobre la población civil, su padre decidió huir en barco a Argelia. En el país vecino vivió el segundo exilio la familia malagueña; el tercero sería el que llevó a los Pomares de Orán a Barcelona y el cuarto el que fue desde la capital catalana a Valencia. La que entonces era una niña y hoy una anciana muy consciente de 94 años recordó con agradecimiento la solidaridad de un amigo catalán de su padre, ex compañero en los barcos de la Trasmediterránea, que los acogió en su casa de Barcelona. Y evocó el colegio donde estudiaba en Valencia y el refugio antiaéreo del que disponía para que en él se refugiaran todos, alumnos y profesores, cuando los aviones franquistas arrojaban su carga de muerte sobre la ciudad.
Ana Pomares explicó también sus experiencias actuales como activista de la memoria en otros institutos o lugares de Andalucía, habló de su participación en coloquios, o en las marchas reivindicativas que cada mes de febrero se organizan entre Málaga y Almería. Y añadió por qué tanta actividad a su edad. Había que romper el silencio impuesto por el miedo en la posguerra y hay que hacer lo que hace por una razón muy sencilla: “Para que nunca más ocurra una cosa como aquella”, concluyó Ana.

Los/as alumnos y alumnas escuchan a Ana con mucha atención durante su narración.

 

El aula de segundo de bachillerato del instituto algecireño, en silencio durante la narración de Ana Pomares.

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